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Pablo Rioja | León
Dicen que están ahí incluso antes de nuestro nacimiento, protegiéndonos, supervisando cada uno de nuestros pasos, invisibles al ojo humano, pero no al alma. Caminan agazapados, conocen las angustias que nos acechan, interceden por nosotros ante Dios, pero ¿y nosotros? ¿Les tenemos presentes?
Quien más y quien menos ha oído hablar de ellos a sus abuelos y padres cuando era niño, incluso la mayoría habrá pedido su custodia antes de caer en los sueños... "Ángel de la guarda, dulce compañía..." ¿Os suena verdad? ¿Por qué entonces les hemos ido apartando poco a poco de nuestras vidas?
Según el padre Ghislain Roy, sacerdote canadiense al que el señor le ha concedido el don de la liberación y la sanación, la principal función de los santos ángeles es la alabanza a Dios, aunque también les ha encomendado la terrible batalla contra Satanás y los malos espíritus. Una guerra silenciosa pero real, que se libra desde tiempos inmemoriales y cuyas consecuencias nos afectan directamente. "Los ángeles protectores permanecen siempre a nuestro lado en la lucha, dándonos fuerza y valor, curando nuestras heridas y defendiéndonos del Maligno", puntualiza Ghislain en una de sus principales obras; Para liberarse y sanar. Consejos y oraciones de liberación y sanación.
Como casi todo lo relacionado con la Religión, es imposible trascender este tipo de cosas tan sólo mediante la razón. La fe se antoja imprescindible para comprender al menos un 1% de lo que acontece en ese mundo espiritual que, aunque negado por muchos y olvidado por otros, nos rodea.
Reproduzco ahora parte de una oración que el padre Ghislain recomienda rezarle a nuestro Ángel de la guarda. Resume perfectamente los favores que este inseparable compañero puede concedernos si se le pide con fe. Incluso me atrevo a decir que gran parte de ellos nos los otorga sin pedirlos, por propia misericordia de Dios.
Ángel santo, tú eres mi guardián, mi tutor y mi maestro, mi guía y mi defensa, mi sabio consejero y fiel amigo.[...] ¡Qué respeto te debo, tú que estás siempre a mi lado allí donde vaya! [...]
Santo ángel, enséñame, corrígeme, guíame por el camino recto de la ciudad santa de Dios. [...] Presenta mis deseos al Señor, ofrécele mis oraciones, muéstrale mis miserias y hazme saber cómo alcanzar la sanación. [...]
Vigila cuando estoy descansando, sostenme cuando estoy cansado, sujétame cuando voy a caer, levántame cuando he caído, indícame el camino cuando estoy perdido, devuélveme el valor cuando estoy extraviado, ilumíname cuando no veo, defiéndeme cuando soy atacado. Y, especialmente en el último día de mi vida, sé mi escudo contra el demonio. [...]
Personalmente he tenido varias experiencias en las que sé que mi Ángel de la guarda ha intercedido por mí. Recuerdo una en especial. Venía de andar en bici con unos amigos, tendría 16 o 17 años. Avanzábamos con rapidez por el arcén de una carretera. En una pendiente que conducía a un paso subterráneo me puse nervioso ante la cantidad de tráfico que circulaba alrededor. Choqué mi rueda delantera con la de uno de mis amigos y caí de espaldas en una cuneta.
Imprudente de mí, no llevaba casco, ni alguna otra protección. Sólo recuerdo la cara aterrada de mis amigos al socorrerme pensando que había muerto. Debí desplazarme unos cuantos metros por el asfalto, pero mi cabeza no llegó a tocar el suelo. Explicar lo que sentí mientras rodaba sería imposible, pero sé que algo o alguien actuó como escudo entre la carretera y mis huesos.
Apenas tuve unos rasguños y prometo que el golpe fue grave. Lo curioso es que al instante de emprender la marcha supe que me había salvado mi Ángel de la guarda. No me preguntes cómo, pero lo supe. Desde entonces lo tengo presente casi a diario. Probad a pedirle con fe que os busque un sitio para aparcar cuando haya prisa.
pABLO rIOJA (25-3-2014)
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Joer, Pau...siempre tocas temas muy interesantes para mi...
ResponderEliminar¿¿me lees el pensamiento???...bromas a parte, que decir de esta figura/as, que parecen siempre ligadas a la infancia y que sin embargo nos acompañan hasta más allá del final de nuestros días.
Te recominedo un par de libros muy interesantes sobre este tema:
un librito titulado El Libro de los Ángeles, de Pablo Martín Avila (editorial LiBSA), muy bonito de presencia (dorados...) y con un contenido comprimido pero jugoso sobre estos personajes, desde la tradición judia hasta otras religiones, etc, pasando por clasificaciones de ángeles según su gerarquia y oraciones a tener encuenta.
Otro libro ya al margen de la realidad, es la novela de Anne Rice (me sabes fan incondicional), titulado Menoc el diablo; dentro de su extensa serie de "crónicas vampíricas", trata en ésta una curiosa a la par que interesante visión de los angeles y antiangeles...
Sigue con estos temas, pocos hablan de ellos pero muchos los sienten...
Un abrazo.
Nunca quedamos para charlar de estas cosas... me haré con estos dos libros que me dices, también hay otro que se llama Conversaciones con mi Angel, de Juan del Carmelo, lo tengo pero aún no lo he leído.
EliminarUn abrazo!!!