viernes, 30 de mayo de 2014

¿Y si ganamos el Mundial?


Pablo Rioja | León

Parece que fue ayer y sin embargo ya han pasado seis años. El verano asomaba la cabeza mientras todo un país jugaba su particular torneo en bares, sofás y escaparates. La misma sensación de alegría e impotencia de siempre, pero en aquella ocasión salió cara. Entonces empezamos a pensar: "¿Y si ahora pasamos a la final?". ¿Por qué no? Alguien ahí arriba nos lo debe. 

Un ¡Podemos! se antojó grito de guerra, entonado cada ronda con mayor sonoridad por hasta el más incrédulo. "¿Y si ya puestos, ganamos la final?"... Las torres más altas cayeron, el niño de pecho gritaba. Lo hicimos.

Pero alcanzada la gesta, quisimos más, un reto jamás logrado e imposible incluso de soñar. La cosa, como en la mejor de las historias, no empezó bien y el camino apunto estuvo de engullirnos unas cuantas veces. Aunque de nuevo la gloria se asomaba a nuestra puerta. Entonces comenzamos a creer: "¿Y si ganamos la final?"...

Dos veranos más tarde y los balcones se engalanaron de rojo y amarillo como si fuese lo más normal. Lo habíamos hecho, pero había para más, para mucho más. Sergio tenía cuentas pendientes y las saldó de un plumazo revolviendo el corazón de media España. ¿Otra vez? Alguno todavía se frota los ojos por si todo es un sueño. Entonces, sólo entonces, gritamos: "¿Y si ganamos otra vez?

 Hoy somos leyenda. "¿Y si ganamos el Mundial?"

pABLO rIOJA (30-5-2014)

jueves, 29 de mayo de 2014

Fiel por naturaleza

Fuente de la imagen: www.taringa.net


Pablo Rioja | León

Fui fiel por naturaleza, cuerdo de desamor,
curado en pleno combate, ciego en el país de los tuertos.

Juez y tres cuartas partes, amigo por convicción, 
príncipe en reino extranjero, sombrero de quita y pon.
Demonio de la guarda, Abel quemando el Paraíso,
aristócrata desgobernado, virtud repleta de vicios.
 
Fui sangre, pudor y lágrimas, un secreto que desvelar,
penumbra cada mañana, genio desprovisto de ideas.

Musa sin inspiración, carismático sin carisma,
Judas sincero y leal, real como la muerte misma.
Parco en silencios, jardín de la tristeza,
historia con nudo y final que nadie sabe cómo empieza.  
 
Santo en el Purgatorio, loco de desatar,
marabunta en mitad de la nada, enemigo de la amistad.
Rico con poca fortuna, estúpido, necio, ruín,
poeta del verso insensato, realismo mortal de Dalí.
 
Mancha que nunca blanquea, cera negra de parafina,
amante que no quiere amar, esposo menos una cantiga.
Nieves cuando agosto agoniza, gigante con piel de molino,
viento que se antoja gris, llegaste sin haber venido. 

pABLO rIOJA (19-5-2014)

miércoles, 28 de mayo de 2014

La mediocridad reina en España

Pablo Rioja | León

No soporto las tertulias deportivas. Se me han atragantado hasta tal punto que el médico insiste en que le quite las pilas a mi amado transistor. Lo he comentado en otras ocasiones, lo sé, pero escribirlo se antoja la mejor de las terapias. Vale que España palme de hambre y se atiborre a fútbol, pero la mediocridad del 99,9% de los llamados periodistas/comentaristas/forofos deportivos asusta, es un insulto al intelecto.

Quien aún no se haya dado cuenta que escuche una emisora deportiva desde por la mañana, sus tertulias se repiten como una mala digestión, sin argumentos, centradas siempre en el chascarrillo, la polémica absurda y el 'no tengo nada que decir y muchas horas de radio que llenar'. Es patético, un ejercicio de involución asombroso.

La semana pasada, sin ir más lejos, se dedicaron a especular sobre si Diego Costa jugaría la final. 'Y zumba que te dale y dale que te zumba', así una y otra vez como en la peor secuela de Atrapado en el Tiempo. Ahora toca marear la perdiz con la lista de Vicente del Bosque, mañana con el Mundial, pasado con los fichajes... y así una y otra vez.

Es el único sector de la prensa donde sale gratis lanzar exclusivas sean o no ciertas. En cualquier otro campo del periodismo, el profesional vive única y exclusivamente de su credibilidad. Aquí, en el llamado periodismo deportivo, da igual lo que cuentes con tal de tenerla más larga y colgarte la medalla. Anuncian fichajes, cuentan interioridades de vestuarios, hablan por boca de futbolistas y presidentes. A todos 'les consta', pero pocos son los que aciertan. Y ahí siguen, en sus poltronas, con argumentar que 'en ese momento era así', ya se dan por redimidos.

Sí, hay excepciones, lo sé, pero cada vez menos. La mayoría usa los mismos tópicos, la misma verborrea... es, como diría Tapia, estomagante. Saben y aportan más algunos periodistas generalistas que los propios deportivos.

Y que no engañen a la gente. Los que crean polémicas son ellos, no los aficionados, que lo único que quieren es ver ganar a su equipo. Porque el deporte, más allá de la competición, no interesa a nadie, pero de algo tienen que vivir. Y es más fácil convertirse en mediocre que aunar esfuerzos para sorprender al oyente con contenidos de calidad.

Lo trago en la televisión porque hace tiempo que entendí que sólo es show, pero me revuelve que algunas cadenas de radio estén desprestigiando al medio veraz por antonomasia. 

Al final, los grandes programas de radio nocturnos también han sucumbido a las interminables tertulias, es una pandemia. Sólo salvo al Larguero fíjate, que no es santo de mi devoción en muchas cosas, pero ha mantenido su esquema y su forma de ser sin importarle las modas, con sus dosis justas de información, opinión y debate. Todo en hora y media. 

En fin, creo que es una batalla perdida. La mediocridad es tendencia en España.    

pABLO rIOJA (28-5-2014)