jueves, 16 de febrero de 2017

Quisiera ser


Pablo Rioja | León

Quisiera tener un don y no sé por dónde me ando,
quisiera 'aprenderte' a querer, pero al tercer intento me canso,
quisiera, por no defraudar, no nadar contracorriente,
ser un tonto del saber que siempre jamás aprende.

Quisiera dejar muy lejos mis metas inalcanzables
o ser el último elegido de una lista interminable,
quisiera, puestos a pedir, secarme en el aguacero,
quedarme en la marabunta, huir del apeadero.

Quisiera un paraíso finito con vistas al dormitorio,
patio de sombras exterior exento de Purgatorio.
Quisiera, si puede ser, una musa en cada esquina,
resaca de tres al cuarto, amor como medicina.

Quisiera inventarme un pasado cada 30 de febrero,
fingir que tú fuiste la dama y yo el gentil caballero,
quisiera, ya que me lo preguntas, volver a Macondo en Expreso,
vivir de alquiler en tu alma, borrar lo que duelen tus besos.

pABLO rIOJA (1/2/2017)


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lunes, 13 de febrero de 2017

El hombre de los 20.000 vinilos

Manuel Martínez Henares con parte de su colección de discos. Foto Marciano Pérez
Pablo Rioja | León
Como quien deja de fumar de un día para otro. Así se quitó el ‘mono’ de escribir sobre música el leonés Manuel Martínez Henares, uno de los grandes pioneros en contarle a sus paisanos lo que ocurría al otro lado de las fronteras del viejo Reino. «Más que críticas, lo que yo hacía eran crónicas musicales», asegura desde su particular retiro en la capital, una especie de ‘museo’ vintage donde cohabita —sin que nada suene desafinado— con una colección que supera los 20.000 discos de vinilo. Todos originales. Todos ordenados alfabéticamente. Todos prestos a dejarse oír una vez más.
Su particular historia se remonta a los años 60 y principios de los 70, cuando León se movía al ritmo de Los Incógnitos, Los Cometas, King Boys o Los Arañas. «Siempre fui un tipo muy inquieto. Con 20 años comencé a viajar por media Europa. Iba a París, Londres, Noruega... Estudiaba veterinaria y comercio, pero de aquella me inventé que era periodista, que eso abría muchas puertas», recuerda. Apasionado del pop y del rock, Henares se convirtió en un habitual de los conciertos. «Compraba muchos discos originales y los intercambiaba con otras personas».
La mera afición se convertiría en algo profesional en el año 68, cuando le llega su primera oportunidad para dirigir un programa de radio. «Fuerza Musical lo llamamos. Se emitía todos los domingos durante una hora en La Voz de León, que pertenecía a la Red de Emisoras del Movimiento». De pronto las ondas locales comenzaron a presumir de nuevos grupos de los que nunca antes se había oído hablar y, quienes triunfaban en medio mundo, hasta parecían colegas de toda la vida. A la par, el cada vez más experto en música comienza a escribir en el diario Proa —lo que después sería La Hora Leonesa—. El éxito fue tal, que pronto le propusieron trasladar el formato a la discoteca Aston para hacerlo en directo. «La fama se extendió por toda la ciudad y solía venir mucha gente a verlo».
Su repertorio de vinilos comienza a crecer considerablemente en los 70, cuando las discográficas se fijan en su ‘descarada’ forma de hacer sonar a Los Beatles, los Rolling, Elvis o Adamo. «Antes de que las influencias inglesas y americanas lo inundaran todo, también me empapé de las grandes estrellas francesas e italianas». Aquella ‘orgía’ de futuros clásicos desencadenó una vorágine creativa y viajera en el cada vez más popular Henares, que ya se codeaba con grandes maestros de las ondas como Joaquín Luqui. «Pasé a ser parte del jurado Long Play de Oro, un certamen que premiaba a los mejores grupos del momento». Durante mucho tiempo, el crítico leonés fue el único experto que representaba a los medios de comunicación provinciales. «Tuve la suerte de entregarle galardones a grandes de la escena española como Víctor Manuel o Los Hombres G». Festivales como el Musical Mallorca, el de Benidorm, Almería, Alcobendas o Guardo también incluyen a Manuel como parte esencial de sus jurados. De ahí se le abren otras puertas como corresponsal de varias revistas musicales.
Mientras hace memoria de sus memorias, me fijo en su semblante y percibo un Henares sonriente y nostálgico que, como Loquillo, parece tararear en su interior eso de Cuando fuimos los mejores. De pronto deja en pause el relato para ‘pinchar’ unos temas en su tocadiscos. Rebuscando entre los estantes —repletos de joyas redondas con brillo color negro— se saca de la manga varios singles originales del rey del rock y a los Specials, «uno de los mejores grupos ska de todos los tiempos». El salón se convierte por unos minutos en improvisada cabina de radio. No puede negarlo; está en su salsa. Su forma de vivirlo contagia a cualquiera.
De vuelta a la salita donde hace casi dos horas me senté a charlar con un melómano empedernido, me suelta una de esas frases lapidarias que dichas por un cualquiera no llegarían a nivel de barra de bar pero que, cuando las dice un tipo así, casi hasta que te las tatúas en la frente para chulear luego con los colegas. «La música perdió nivel desde que aparecieron los cedés. Con los discos no había engaño, si eras bueno se sabía. Ahora cualquiera puede dedicarse a la música, lo de menos es cómo cantas, ya no necesitas ni el apoyo de una gran firma».
El avezado crítico o como él dice ‘cronista’ —no se me vaya a enfadar— va más allá en su apreciación. «Creo que ahora en España no hay grupos buenos. Alucino con algunos chavales que van de estrellas y no tienen carisma. No veo nada que me llame la atención». Eso sí, reconoce que León sigue siendo un referente musical en España. Le pregunto por sus referentes locales y le vienen nombres como Los Cardiacos y Los Flechazos —«sin duda dos de los grandes»—. No ve con malos ojos el Purple Weekend actual, aunque si le dan a elegir prefiere el de los orígenes. «Ahora hay mucha mezcla de estilos, me llama menos».
Uno de los capítulos de su vida que guarda con especial cariño fue su paso por el Diario de León. «Estando Paco Carrión de director llegué a hacer hasta cuatro páginas a la semana». En ellas había hueco para la música y también para la noche. «León era la ciudad de España con más bares y cabarets. De hecho el primer desnudo integral que hubo en el país fue en esta ciudad, en el Siroco». Su Fin de semana se convirtió en una de las secciones más esperadas por los lectores. «Había destape sí, pero con elegancia», remata cual maestro taurino que entra a matar.
Luego, en los 90, sin más, ‘colgó las botas’ para dedicarse en cuerpo y alma a su ferretería de la calle Independencia. Pero esa es ya otra historia.

martes, 7 de febrero de 2017

Los 5 ataques del demonio a los hombres



Pablo Rioja | León

Pese a que su principal engaño es hacernos creer que no existe, Satanás es un ser real cuya única misión es tentar a los hombres para separarlos de Dios. No soporta al ser humano, no concibe que Dios lo crease y mucho menos que se encarnara para redimirlo.

Con el permiso de Dios -que siempre saca cosas buenas de las malas-, tanto Satanás como el resto de ángeles caídos conservan algunos de los dones que Dios les otorgó al ser creados. Ese 'poder' limitado lo utilizan para confundir a los hombres tratando de que pequen y se alejen de Dios.

Cinco son las formas que el príncipe de la mentira utiliza para engañar a todos los hombres crean o no en su existencia.

1: LA TENTACIÓN

-Todos los hombres son tentados, incluso Jesucristo fue tentado varias veces durante su vida. Esta es la acción ordinaria que utiliza el demonio para separarnos de Dios. Se trata, sin duda, de la más común y peligrosa porque siempre la envuelve como algo bueno. La tentación no es pecado, pero caer en ella abre las puertas al maligno.


2: POSESIÓN DIABÓLICA

-Es la acción más grave del demonio. Se produce cuando uno o varios ángeles caídos toman posesión del cuerpo de una persona, no de su alma. El tarot, la brujería, fases del yoga, el reiki o el espiritismo son, según los exorcistas, puertas que el hombre abre al demonio. Sólo un exorcista tiene capacidad para liberar el alma de un poseído, aunque los laicos pueden realizar oraciones de liberación que ayuden. Es común que los exorcistas cuenten con un pequeño grupo de laicos destinado a rezar por la persona poseída.


3: VEJACIÓN DIABÓLICA

-Son ataques del demonio que no llegan al grado de posesión. Pueden afectar a la salud o al estado físico de las personas sin que exista una explicación médica. Se centran muchas veces en destruir a la familia, matrimonios, grandes grupos, parroquias, órdenes religiosas y movimientos de la Iglesia.


4: OBSESIÓN DIABÓLICA:

-La persona padece pensamientos obsesivos que pueden llegar incluso a la tentativa de suicidio. Toda tristeza, impaciencia y desesperación vienen del demonio.


5: INFESTACIÓN DIABÓLICA:

-Este fenómeno extraordinario afecta a casas, objetos e incluso animales. Ruidos, objetos que se mueven, sombras extrañas... Todo está causado por el demonio. Y como en el caso de las posesiones e incluso de las vejaciones, la mayoría de veces ocurren cuando le abrimos la puerta a Satanás con prácticas erróneas. También es cierto que muchos santos -el padre Pío fue uno de ellos- experimentaron ataques extraordinarios del demonio simplemente por haberse entregado por completo a Dios.

Es importante recordar que quien lleva una vida ordenada, se confiesa al menos una vez al mes, acude a misa, reza y se encomienda a la protección de Dios, de la Virgen, de los ángeles, de los santos e incluso de las almas de Purgatorio no tiene por qué temer.

Dios se ha valido muchas veces de estos ataques para purificar el alma de los afectados, para que haya conversiones serias incluso de otros familiares o para otros beneficios muchos mayores al sufrimiento que causan los ataques del demonio.

*Información sacada del libro 'Para liberarse y sanar', del padre Ghislain Roy.

pABLO rIOJA (6/2/2017)

lunes, 6 de febrero de 2017

Yo también tuve un grupo de rock (VI)

DESCUBRIENDO A CÓDIGO 84 | Un nuevo renacer

Parte de una imagen del grupo diseñada por Raquel Villahoz.

Pablo Rioja | León

De alguna u otra manera Adolfo Robles había aparecido en nuestras vidas en el momento oportuno. Él y solo él entendía lo que era Código 84 por dentro, lo que suponía un sueño así. He de reconocer que sin su aportación jamás me hubiera vuelto a subir a un escenario. Aunque no lo admitíamos, Gabriel y yo andábamos huérfanos sin Juan.

Adolfo se sumó a nuestra particular historia poco después de aquella reparadora conversación entre el gordo Press y un servidor. El grupo seguía, ¿pero cómo? De aquella Adolfo era una especie de fan de código 84. Conocía nuestras letras y músicas casi mejor que nosotros mismos. Su hermana Marta fue el nexo de unión. Él ya hacía sus pinitos con grupo propio en el instituto y enseguida supimos que si había un nuevo Juan, él era el indicado.

Recuerdo aquella nueva etapa como un renacer. Yo tenía preparadas una docena de canciones nuevas y el recién llegado aportó uno de los grandes temas de este Código 84 versión 2.0; Oye niña (enlace a la versión que Adolfo grabó más adelante con su grupo Eledeme). La conexión fue buena desde el principio. Además, sus conocimientos de música ayudaron a darle otro toque más profesional al grupo.

Quedábamos bastante para ensayar, todo olía a la frescura de antaño. Y es en esta parte de la historia donde Código 84 se hizo mayor de repente. Quizá demasiado deprisa. Entrevistas en la radio, en televisiones locales... me hacía gracia ver mi futura profesión de periodista desde las dos vertientes. Volvieron los conciertos, las fans entregadas, las tonterías que sólo unos locos podían imaginar.

Ser dos guitarras y unas percusiones se empezaba a quedar pequeño. Sí, es innegable que la cosa fluía pero nadie se convierte en un grupo de verdad hasta que no cuenta con batería y bajista. O al menos así lo veíamos por aquel entonces. Fue cuando Dani y Fran se sumaron al cada vez más profesional Código 84. Y es curioso, porque cuanto mejor sonaba todo más lejos me sentía de mi sueño. Llegaron los problemas, las diferentes visiones sobre el futuro del grupo. Nada grave, pero entendí que todo aquello estaba tocando a su fin.

Continuará...

pABLO rIOJA (1/2/2017)

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