miércoles, 30 de septiembre de 2015

Padre Ghislain (1), nunca he visto nada igual

Padre Ghislain Roy
Pablo Rioja | León

Este pasado fin de semana participé en el retiro que el padre Ghislain hizo en el Valle de los Caídos. ¿Qué quién es el padre Ghislain? Quizá lo más importante no sea contar quién es este sacerdote canadiense, sino la obra que Dios está realizando a través de él.

Decir que todo lo allí vivido desde el viernes por la tarde al domingo hacia el mediodía ha sido una de las experiencias más impresionantes de mi vida sería quedarse corto. No hay palabras suficientes, ni siquiera hoy me creo todo el bien que recibí.

Con los dones de sanación y liberación del cuerpo y del alma como arma principal contra "los gobernadores de las tinieblas", Ghislain dedica gran parte de su ministerio a realizar lo que Jesucristo le encomendó a los apóstoles: "Id en mi nombre, expulsad demonios y sanad a la gente". Un mensaje que como todo el Evangelio sigue hoy más vivo que nunca pese a que gran parte de los cristianos no lo cree.

Desde el momento en que un sacerdote se ordena sus manos quedan ungidas. Esa unción es la puerta de entrada al Espíritu Santo, que les da poder para hacer las mismas cosas que hizo Jesús. Hoy el mundo vive "un tiempo de misericordia", decía Ghislain durante el retiro. Un tiempo fuerte en la historia del hombre en el que se antoja más necesario que nunca el regreso a Dios. La Virgen lleva 34 años apareciéndose en Medjugorje con el mismo mensaje: "Rezad por vuestros sacerdotes y poned vuestros ojos en mi Hijo para regresar al Padre".

No contaré con detalle lo que sucede durante el retiro, pero NUNCA HE VISTO NADA IGUAL. Lo que sí me atrevo a relatar brevemente fue mi experiencia de sanación, sólo por dar gloria a Dios.

Acudí al retiro de Ghislain convencido de que sus manos ungidas podrían curar mi tobillo. Un tobillo casi inservible desde 2013 que no me permitía correr, ni apenas caminar. Artritis y sinovitis crónica decían los médicos. En todo este tiempo he acudido a numerosos fisioterapeutas, a traumatólogos, me han infiltrado, acupuntura, curanderos... Y nada, mi pie no mejoraba. Caminar mal hizo que mi rodilla izquierda se empezase a inflamar. Han sido dos años muy duros, pensé que jamás volvería a poder hacer deporte o a caminar sin dolor. Pero Dios es el Dios de las sorpresas.

El viernes, durante la primera misa del retiro, el padre Ghislain fue relatando en alto las dolencias y enfermedades que el Espíritu Santo le inspiraba en algunas personas de las que estábamos allí. Pedía que si nos dábamos por aludidos nos pusiéramos en pie. Al decir que veía alguien con problemas en las piernas no dudé en levantarme. Yo sentía fuertemente en mi corazón que una simple palabra de Jesucristo sería suficiente para sanarme.

A los dos minutos de permanecer levantado, mientras Ghislain continuaba hablando, sentí que mi pie estaba sano. No sé explicar muy bien cómo, pero no había dolor, el tobillo estaba suelto. Traté de relajarme, por si aquello era un simple calentón. Miré a mi mujer, que estaba sentada justo a mi lado y le dije: "¡Marta, siento mi pie totalmente curado!". Ella, que sabe lo que yo he pedido a Dios que me sanara, me creyó al instante.

Después de cenar, aunque sentía mi pie como nuevo, incrédulo de mí tuve la necesidad de salir al patio y correr. En dos años no he podido correr, y si se me ocurría iniciar la marcha el tobillo se inflamaba el triple. Con mi mujer como testigo, corrí, con mucho miedo sí, pero sin dolor.

Hoy, cinco días después, no sólo corro, sino que mi pie está sano como si jamás hubiera tenido un problema. Y no, no es por mi nula fe. Sólo es por pura misericordia de Dios. Él lo puede todo. 

(Continuará...)

Enlace a la segunda parte de este post

pABLO rIOJA (30-9-2015)

lunes, 21 de septiembre de 2015

Yo vi cabalgar a Pau Gasol

La bestia: Pau Gasol

Pablo Rioja | León

Decir que Pau Gasol es un tío grande resulta tan obvio como que los seis millones y pico de telespectadores que ayer se olvidaron del mundanal ruido para ver BA-LON-CES-TO (que diría Pepu) no volverán a repetir semejante sentada hasta los Juegos de Río. La ACB no engancha y tampoco creo que a los dirigentes les importe mucho.

Decir que tenemos un equipo de leyenda con tres de los últimos cuatro oros europeos resulta tan repetitivo que dedicarle algún tipo de comentario se antoja impropio de todo 'juntaletras' que trate de entretener unos segundos al personal. Cualquier adjetivo que queramos ponerle a lo de ayer es sobre todo 'incalificativo'. Y digo 'incalificativo' sí, porque no hay ponderación posible capaz de ensalzar lo suficiente la gesta lograda.

Decir que Francia nos odia hoy un poco más que el jueves pero menos que mañana me produce tal sensación de placer que bien podría concluir aquí este artículo. Pero bueno, ya que estamos, mis disculpas a nuestros 'amados' vecinos del norte por chafarles una y otra vez el tema deportivo.

Decir que esta victoria no nos saca de nuestros problemas diarios pero que al menos regala un rato de orgullo patrio es tan cierto como que en una semana los acomplejados conseguirán que España vuelva a ser noticia por lo de casi siempre; las miserias de un gran reino de Taifas donde los que pueden hacer algo miran hacia otro lado y los que no debieran poder se cuelgan el oro caiga quien caiga.

Así que, ante semejante panorama, aprovecho estas líneas para recordar que un día me senté frente al televisor a ver cómo sacaban a bailar a la más fea y, fíjate tú por dónde, se coronó como reina de la pista, con esos locos bajitos galopando junto a un pura sangre. Un catalán de pro que, despojado de complejos propios de los segundones, se enfundó el traje de caballero para convertir su propia fama en leyenda, para coser de nuevo a un país demasiado grande como para que unos pocos idiotas lo quieran romper, para recordarle a Europa que a las viejas glorias nunca debe dárselas por muertas.

Y así, como quien vive en un eterno sueño del que algún día habremos de despertar, hoy el sol calienta un poco más, el lunes hasta parece viernes por la tarde y la vida vuelve a ser maravillosa.

Y sí, yo vi cabalgar a Pau Gasol.

pABLO rIOJA (21-9-2015)  

jueves, 17 de septiembre de 2015

Frente al Santísimo

Fuente de la imagen: www.preguntasantoral.es

Pablo Rioja | León

Existen pocos lugares en León tan especiales y cargados de simbolismo como la Basílica de San Isidoro, único templo en la ciudad que mantiene expuesto el Santísimo durante todo el día, salvo cuando hay misa. El pasado martes me acerqué unos minutos antes de ir a comer para sentarme un rato a charlar con Dios. "Pero si Dios está en todas partes ¿no?", me decía un amigo al que me encontré de camino a casa. "Así es" -le dije- "pero aquí puedo verle cara a cara".

No muchos, entre los que me incluyo, valoramos el inmenso tesoro que se esconde a la vista de todos y sin embargo casi nadie busca hoy. La exposición del Santísimo es quizá, uno de los mayores regalos que Dios le ha hecho a la humanidad. Así lo quiso su hijo, que día tras día se entrega por nosotros en cada eucaristía.

No soy un experto en estos temas, sólo puedo hablar de mi experiencia. Y mi experiencia me dice que cada vez que estoy hecho polvo porque la vida se me antoja insoportable -como una carga difícil ya de sostener por mucho más tiempo- y acudo a sentarme unos minutos frente al Santísimo, siento consuelo, algo de paz y una fuerza que me dice; "no temas, aquí estoy".

No penséis que rezo grandes cosas, más bien le cuento cómo me encuentro, qué me está haciendo sufrir en ese momento, le reprocho si algo no entiendo... Este verano le escuché a un sacerdote decir -durante una catequesis en Medjugorje- que Dios se ríe muchas veces con nosotros. Y digo 'con', jamás 'de'. Hay una cosa que siempre me ha consolado saber; y es que pidas lo que le pidas, incluso la cosa más absurda, él siempre la escucha y la tiene en cuenta. Conoce nuestras intenciones, nuestro corazón, así que nunca le asustan nuestras pataletas. Yo soy mucho de pelear con él. Siempre me gana...

Otras veces, mientras le voy a visitar, me invita más bien a no decir nada, sólo a mirarle y ya está. No os negaré que me canso pronto, soy inconstante e impaciente. Pero aún así me siento escuchado. Hoy leía una frase curiosa que me vino al pelo. "Dios, cuando pierda la esperanza porque mis planes no se realizan, ayúdame a recordar que los tuyos son mejores que los míos". Siempre dan miedo sus planes, porque a menudo eso supone renunciar a uno mismo.

Creo que cada iglesia debería exponer el Santísimo al menos una hora al día y hacérselo saber a sus fieles. Los beneficios de sentarse un rato a charlar con Dios son incontables para el alma. Hoy el alma no importa, sólo importa lo material, lo efímero. Pero el alma es eterna... y nos preocupamos muy poco por su salud.

Gran misterio este del Santísimo. Agradezco que San Isidoro no prive a nadie de poder contemplarlo durante todo el año, incluso cuando la ciudad duerme. El alma nunca duerme.

pABLO rIOJA (15-9-2015)

lunes, 14 de septiembre de 2015

La Visita, una de miedo que sí da miedo

Imagen del filme La Visita

Pablo Rioja | León

Después del enésimo chasco cinematográfico vivido hace apenas un mes con Operación Uncle, pensé que una de miedo justificaría con algún susto los 7,40 euros que me atracaron antes de entrar a la sala. Poco más podía esperar, salvo que La Visita se guardara un as en la manga.

El trailer no pintaba nada mal. Dos niños preadolescentes en casa de unos abuelos raros a los que conocen por primera vez. Una especie de Hansel y Gretel actual cuya escena del horno promete grandes desasosiegos. Así, sin más, la historia se va desarrollando sin descanso hasta alcanzar un clímax muy digno.

Y lo mejor de todo es que el director de turno, en este caso el mismo que filmó El Sexto Sentido, se toma en serio al espectador sin llamarle idiota a la cara. Eso no tiene precio. Al fin una de miedo que da miedo sí, pero sobre todo, una de miedo que tiene pies y cabeza.

Las interpretaciones de los actores consiguen que te creas cada segundo del filme y que te metas en un ambiente de tensión y terror psicológico que nunca deja de crecer. Un giro inesperado de guión y algo de humor para rebajar tensiones ponen la guinda a una película más que recomendable.

Memorable la escena jugando al escondite y cada vez que la abuela sale (o no) en plano. Insisto, no es sólo una ración de sustos, ni la tópica casa encantada. La nueva cinta del redimido M. Night Shyamalan bien merece una Visita a las salas de cine y por qué no, a nuestros abuelos lejanos.

pABLO rIOJA (14-9-2015)