lunes, 13 de febrero de 2017

El hombre de los 20.000 vinilos

Manuel Martínez Henares con parte de su colección de discos. Foto Marciano Pérez
Pablo Rioja | León
Como quien deja de fumar de un día para otro. Así se quitó el ‘mono’ de escribir sobre música el leonés Manuel Martínez Henares, uno de los grandes pioneros en contarle a sus paisanos lo que ocurría al otro lado de las fronteras del viejo Reino. «Más que críticas, lo que yo hacía eran crónicas musicales», asegura desde su particular retiro en la capital, una especie de ‘museo’ vintage donde cohabita —sin que nada suene desafinado— con una colección que supera los 20.000 discos de vinilo. Todos originales. Todos ordenados alfabéticamente. Todos prestos a dejarse oír una vez más.
Su particular historia se remonta a los años 60 y principios de los 70, cuando León se movía al ritmo de Los Incógnitos, Los Cometas, King Boys o Los Arañas. «Siempre fui un tipo muy inquieto. Con 20 años comencé a viajar por media Europa. Iba a París, Londres, Noruega... Estudiaba veterinaria y comercio, pero de aquella me inventé que era periodista, que eso abría muchas puertas», recuerda. Apasionado del pop y del rock, Henares se convirtió en un habitual de los conciertos. «Compraba muchos discos originales y los intercambiaba con otras personas».
La mera afición se convertiría en algo profesional en el año 68, cuando le llega su primera oportunidad para dirigir un programa de radio. «Fuerza Musical lo llamamos. Se emitía todos los domingos durante una hora en La Voz de León, que pertenecía a la Red de Emisoras del Movimiento». De pronto las ondas locales comenzaron a presumir de nuevos grupos de los que nunca antes se había oído hablar y, quienes triunfaban en medio mundo, hasta parecían colegas de toda la vida. A la par, el cada vez más experto en música comienza a escribir en el diario Proa —lo que después sería La Hora Leonesa—. El éxito fue tal, que pronto le propusieron trasladar el formato a la discoteca Aston para hacerlo en directo. «La fama se extendió por toda la ciudad y solía venir mucha gente a verlo».
Su repertorio de vinilos comienza a crecer considerablemente en los 70, cuando las discográficas se fijan en su ‘descarada’ forma de hacer sonar a Los Beatles, los Rolling, Elvis o Adamo. «Antes de que las influencias inglesas y americanas lo inundaran todo, también me empapé de las grandes estrellas francesas e italianas». Aquella ‘orgía’ de futuros clásicos desencadenó una vorágine creativa y viajera en el cada vez más popular Henares, que ya se codeaba con grandes maestros de las ondas como Joaquín Luqui. «Pasé a ser parte del jurado Long Play de Oro, un certamen que premiaba a los mejores grupos del momento». Durante mucho tiempo, el crítico leonés fue el único experto que representaba a los medios de comunicación provinciales. «Tuve la suerte de entregarle galardones a grandes de la escena española como Víctor Manuel o Los Hombres G». Festivales como el Musical Mallorca, el de Benidorm, Almería, Alcobendas o Guardo también incluyen a Manuel como parte esencial de sus jurados. De ahí se le abren otras puertas como corresponsal de varias revistas musicales.
Mientras hace memoria de sus memorias, me fijo en su semblante y percibo un Henares sonriente y nostálgico que, como Loquillo, parece tararear en su interior eso de Cuando fuimos los mejores. De pronto deja en pause el relato para ‘pinchar’ unos temas en su tocadiscos. Rebuscando entre los estantes —repletos de joyas redondas con brillo color negro— se saca de la manga varios singles originales del rey del rock y a los Specials, «uno de los mejores grupos ska de todos los tiempos». El salón se convierte por unos minutos en improvisada cabina de radio. No puede negarlo; está en su salsa. Su forma de vivirlo contagia a cualquiera.
De vuelta a la salita donde hace casi dos horas me senté a charlar con un melómano empedernido, me suelta una de esas frases lapidarias que dichas por un cualquiera no llegarían a nivel de barra de bar pero que, cuando las dice un tipo así, casi hasta que te las tatúas en la frente para chulear luego con los colegas. «La música perdió nivel desde que aparecieron los cedés. Con los discos no había engaño, si eras bueno se sabía. Ahora cualquiera puede dedicarse a la música, lo de menos es cómo cantas, ya no necesitas ni el apoyo de una gran firma».
El avezado crítico o como él dice ‘cronista’ —no se me vaya a enfadar— va más allá en su apreciación. «Creo que ahora en España no hay grupos buenos. Alucino con algunos chavales que van de estrellas y no tienen carisma. No veo nada que me llame la atención». Eso sí, reconoce que León sigue siendo un referente musical en España. Le pregunto por sus referentes locales y le vienen nombres como Los Cardiacos y Los Flechazos —«sin duda dos de los grandes»—. No ve con malos ojos el Purple Weekend actual, aunque si le dan a elegir prefiere el de los orígenes. «Ahora hay mucha mezcla de estilos, me llama menos».
Uno de los capítulos de su vida que guarda con especial cariño fue su paso por el Diario de León. «Estando Paco Carrión de director llegué a hacer hasta cuatro páginas a la semana». En ellas había hueco para la música y también para la noche. «León era la ciudad de España con más bares y cabarets. De hecho el primer desnudo integral que hubo en el país fue en esta ciudad, en el Siroco». Su Fin de semana se convirtió en una de las secciones más esperadas por los lectores. «Había destape sí, pero con elegancia», remata cual maestro taurino que entra a matar.
Luego, en los 90, sin más, ‘colgó las botas’ para dedicarse en cuerpo y alma a su ferretería de la calle Independencia. Pero esa es ya otra historia.

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