jueves, 21 de febrero de 2013

Es el tiempo de los laicos


Pablo Rioja | León

Acabamos de asistir a un acontecimiento histórico, la renuncia de un papa a su pontificado, y no cualquier papa, seguramente el más inteligente y preparado de todos, de hecho en Roma siempre han dicho que la gente iba a ver a Juan Pablo II y a escuchar a Benedicto XVI. No quiero entrar en los motivos que le han llevado a tomar tan inesperada decisión, pero hay una cosa clara, gran parte de la curia, en especial los cardenales, están corrompidos, podridos por las ansias de poder y seguramente sentenciados. No sé cuál es el camino que le espera a partir de ahora a la Iglesia Católica, pero necesita una purga urgente.

Creo que fue el padre Gabrielle Amorth, exorcista oficial de la diócesis de Roma, quien aseguró que el demonio campa a sus anchas por el Vaticano, desde luego lo de tener un banco donde se blanquea dinero no viene de Dios. "Ninguno puede servir a dos señores porque aborrecerá a uno y amará al otro, no podéis servir a Dios y al dinero" (Mateo 6:24).

Escuchando hace unos días una conferencia de María Vallejo Nájera, autora de joyas como 'Entre el cielo y la tierra' o 'Cielo e infierno, verdades de Dios', entre otros libros, me llamó la atención una frase; 'Creo que es el tiempo de los laicos', referida a que quizá los que nos consideremos cristianos debamos dar un paso al frente y dejar de culpar de todos los males de la Iglesia a sacerdotes y religiosos. ¿Qué puedo hacer yo para mejorar esto?

Lo fácil es cargar contra los curas, que sí, con sus pecados y faltas graves, pero conviene recordar que son los únicos elegidos por Dios para, entre otras cosas, consagrar la comunión, transformando pan y vino en el cuerpo y sangre de Cristo. La Virgen no se cansa de pedir a los videntes de Medjugorje que se rece mucho por ellos.

'El tiempo de los laicos', curiosa reflexión. No significa esto que de pronto tengamos que subir al púlpito a predicar, zapatero a tus zapatos, cada uno sabrá cómo puede echar una mano, pero hay una cosa clara, todos somos Iglesia, incluso la viejecita que se sienta en el último banco del templo tiene su misión. Que sí, que ser cristiano no está de moda, que es nadar contracorriente, pero nadie dijo que fuese fácil. La oración, por ejemplo, puede cambiarlo todo.

Como cristianos hemos recibido una gran noticia, Dios quiere a cada persona tal y como es, no le pide nada a cambio, además padece alzhéimer, porque después de cada confesión se olvida de nuestros pecados. ¡Curioso eh! A lo mejor ha llegado el tiempo de anunciar al mundo esta buena noticia, sin más pretensiones. 

Personalmente creo que existen el cielo, el purgatorio y el infierno, no como lugares simbólicos, sino como una realidad a la que tarde o temprano habremos de enfrentarnos -creyentes o no- después de un juicio en el que paradójicamente seremos juzgados por nuestro mejor amigo, Jesucristo. Ya lo cantaba el maestro Sabina, "puede que el día del Juicio Final Dios sea mi abogado de oficio".

Creo que el lugar al que todos los seres humanos estamos destinados es el cielo y que depende de uno mismo alcanzarlo o no, pero la plaza está sacada, no por nuestros estériles méritos, más bien por la misericordia de un defensor al que en menos de 40 días recibiremos entre cánticos, alabanzas, palmas y olivos en las manos, para despreciarlo, entregarlo y crucificarlo una semana después.

pABLO rIOJA (19-2-2013)

4 comentarios:

  1. Creo que me voy a llevar tu post de "tradicio y vicenta" !!

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  2. Yujuu! Ya me deja comentar!

    Hemos preparado esta semana apostoles para la palabra y la conclusion a la que llegamos era la misma, solo que de forma más obvia: Jesucristo eligió a los doce para anunciar el Evangelio, y estos,a su vez, nos pasan el testigo a nosotros.Además, como cristianos que somos, tenemos la misión de darlo a conocer.Como le gustaba decir a JP II: Vosotros sois la sal del mundo

    Que tengas buen jueves!

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    1. La misión de la Iglesia no es otra que ser sal, luz y fermento. A mi me gusta el ejemplo de la luz (no se porqué). La luz no quiere que todos sean luces. Sólo tiene que iluminar cada cosa cumple su cometido. Pero hay otra cosa: no se puede mirar a la luz: te puede deslumbrar. Pero sigue ahí cumpliendo su misión.

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    2. Ánimo con tu Tradicio y vicenta, yo estoy en el Padre Nuestro y vicenta y a veces pienso que deberían venir a visitarme a mí.

      Además de anunciar la Buena Noticia, abogo por una reenvangelización, hace años que lo digo, la sal y la luz deben ser un puntito muy muy pequeño, querer que todo el mundo sea luz es un error. Ese emperramiento en crear luz a toda costa no hace otra cosa que 'fabricar' linternas débiles que distorsionan el mensaje. Mejor pocos y con fuerza que muchos y débiles.

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