Luis Aragonés |
Fue aquel Mundial del 2006, con un Zinedine Zidane estelar al que muchos incautos habían enterrado ya, donde comenzó todo. Como siempre, nos fuimos a casa antes incluso de aterrizar, pero sembrando esta vez una semilla imperceptible para propios y extraños que sólo mi admirado Andrés Montes supo atisbar. De sus labios surgió el tiqui-taca.
Y aunque tú fuiste el hombre elegido por los dioses para cambiar de ubicación el Olimpo futbolístico, nunca le estaré lo suficientemente agradecido a Ronald Koeman, por aquel entonces incendiario entrenador del Valencia F.C., que sacó de un plumazo a David Albelda de tu esquema. Toda gesta ha de tener sus villanos.
Con Albelda defenestrado, te viste en la necesidad de sacar conejos de la chistera casi en cada partido. Durante la Eurocopa del 2008, pasamos del inútil doble pivote en el centro del campo al rock and roll de esos locos bajitos nacidos para convertirse en leyenda. Una historia que hoy los niños quieren escuchar cada noche antes de dormir.
Y así, como que no quiere la cosa, nos condujiste hasta los cuartos de final, la única final que sabíamos alcanzar. Recuerdo que tras el gol de Fábregas todo un país se levantó del letargo, ciao Italia, nos vemos dentro de 4 años. Rusia, revelación del torneo que había dejado por el camino a la favorita Holanda, sería la siguiente. Aquel partido iba a mostrarle al mundo que el vals podía bailarse sobre un terreno de juego.
Cambiaste el rumbo, malcriaste a las nuevas generaciones haciéndolas creer que España juega finales cada dos años, inventaste un sistema que todos querrían imitar, y sobre todo, taladraste el cerebro de los futbolistas españoles con un concepto que sólo los grandes sabían poner en práctica: ¡Ganar, ganar y ganar!
Con razón te llamaban sabio.
Gracias por dejarme soñar que mi país era campeón de Europa.
PD: No luis, no. Alemania aún no nos lo ha perdonado.
pABLO rIOJA (2-2-2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario