Crítica de 'El Despertar de la fuerza' sin spoilers
Imagen promocional de 'El Despertar de la fuerza' |
Mi cuñada tiene razón. Fui el instigador de uno de los tres aplausos 'espontáneos' que se llevó el Despertar de la fuerza el pasado 25 de diciembre. En concreto del primero, justo cuando la melodía de John Williams irrumpe en la sala dispuesta a trasladarte a esa niñez que nunca terminó de marcharse pero que todos guardamos en un rincón por aquello del qué dirán.
Ya está, por fin vi el episodio VII de la saga galáctica más espectacular de la historia del cine. Me ha gustado sí, pero tengo la sensación de que según pasan los días más se va diluyendo ese conglomerado de nostalgia y recuerdos que el cerebro se encarga de hacer aún mejores, para dar paso a cierta decepción por un argumento que me suena a repetido.
Pero lejos de mí la intención de quitarle mérito a J.J. Abrams. Lo nuevo de Star Wars es vibrante desde que el sello de Lucasfilm aparece en la pantalla. Ni un segundo de metraje destinado al aburrimiento y una estética retro que te ayuda a amar aún con más fuerza la trilogía original de George Lucas.
Pese a algunas críticas que he leído, me convencen los nuevos protagonistas. No así los viejos, que sencillamente se han quedado viejos para tanta aventura por el espacio. Y el villano, a miles de kilómetros del irremplazable Darth Vader, tiene mimbres para quedar en un segundo puesto muy digno.
Lo grande de este nuevo comienzo es que ahora sí existe la tecnología necesaria para que las imágenes generadas por ordenador no conviertan el filme en un videojuego barato como ocurría en los episodios I, II y III. Y al mismo tiempo son capaces de hacer volar como Dios manda al Halcón Milenario y compañía. Es lo que tiene llegar 40 años después.
El guión vuelve a ser flojo, con diálogos demasiado infantiles fruto de una saga gestada para captar a toda una nueva generación de jóvenes ávidos de aventuras de esas que sus padres aseguran haber vivido hace mucho mucho tiempo. Pero quien va a ver La Guerra de las Galaxias tampoco espera grandes discursos como aquellos del Senado que aburrían a las moscas en las precuelas.
Abrams ha sabido regalar una buena dosis de 'remembers' a los niños de 30, 40, 50... y atraer al mismo tiempo al lado oscuro a millones de nuevos fans. Lejos de aquella infantil Amenaza Fantasma, el episodio VII deja un gran sabor de boca y consigue dos cosas importantes; que las aventuras ochenteras regresen de su letargo con una nueva dimensión y que los futuros episodios VIII y IX puedan culminar una saga épica -con sus luces y sombras- a lo grande.
pABLO rIOJA (1-1-2016)
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