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Parece creíble pero incierto
que mis pecados veniales
sean hoy pequeños gigantes
prestos a descoser un alma
harta de tanta espera,
loca por convicción.
No probé cuanto ansiaba,
ni crucé la frontera
de aquellos frutos maduros
que se desvanecían antes de la siega.
Desentoné el mea culpa
para afinar la cuerda floja
y caí lastimado en la cuenta,
nadie es lo que aparenta,
todos mienten hacia el otoño
y se redimen en primavera.
pABLO rIOJA (4-1-2016)
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