miércoles, 21 de octubre de 2015

Bienvenido al futuro McFly


Pablo Rioja | León

No Marty, los coches no vuelan, ni tampoco los monopatines. Los cordones se atan a mano y la ropa se seca como siempre, en la secadora. No hay microondas que agranden las pizzas, ni Tiburón lleva 19 películas. Tras la barra de un bar no trabajan robots o televisiones móviles y la tecnología fax es más bien cosa del pasado. Pero lo cierto es que eso ya da igual.

Hoy, 21 de octubre de 2015, a las 16.30 horas, llegarás desde 1985 hasta el futuro, bueno... hasta nuestro presente. Un futuro diferente y menos espectacular del que nos hizo imaginar Robert Zemeckis en la segunda parte de una de las sagas más grandiosas de aquel cine 'ochentero' que aún era capaz de sorprender.

Llegarás volando, así que no te extrañes si las alarmas ovni de medio Estados Unidos se disparan para regocijo de mi admirado Iker Jiménez. Debes darte prisa en aterrizar, no vaya a ser que las baterías de defensa de tu país te confundan con un enemigo ruso o islamista y no haya máquina del tiempo que te devuelva sano y salvo... bueno, aunque pensándolo bien, alguien del pasado te avisaría de cómo ibas a morir y entre Doc y tú os las ingeniaríais para regresar una y otra vez hasta que la misión resultara todo un éxito.

La magnífica idea de viajar al futuro en una segunda parte que no estaba en el guión original -Regreso al Futuro se pensó en un principio para una sola película- es sin duda el gran fallo de esta trilogía. Y es que es imposible viajar al futuro porque directamente no existe. ¿O sí? Pero tampoco eso importa hoy. Gracias a la visión de Zemeckis, aquellos que crecimos en los 80 y 90 de pronto soñábamos con conducir algún día por los aires o fardar ante nuestros amigos el día de Reyes con nuestro nuevo aeropatín de Matel, claro.

Supongo que darás con tu hijo e intentarás que no se meta en un lío de aupa por culpa de sus compañeros de clase. Aunque en el futuro, al menos en este 2015 al que llegarás, los 'malotes' del cole no se andan con chiquitas y prefieren partirle la cara directamente al profesor -y si no lo hacen ellos seguro que lo harán sus padres-. ¿Te imaginas algo así en 1985? Imposible. Tu director era como un Sheriff en el antiguo oeste. Vamos, el puto amo.

De haber venido a España y comprado un almanaque con los resultados deportivos, tu archienemigo se habría forrado apostando en cualquier portal a que Sergio Ramos empataba la final en el minuto 93. Unos minutos antes todo el mundo le habría tomado por loco, pero... es lo que tiene. Aunque su emporio no habría prosperado porque Pablo Iglesias le nacionalizaría la empresa para colocar a sus amigos del perro y la flauta.

En fin, casi que como está el panorama, mejor que te vuelvas rápido a 1985 y si es posible me lleves contigo, que de aquella yo tenía sólo 1 año y mi máxima preocupación era dormir y comer. No había crisis que me descolocara, ni Podemos en el horizonte. El único rey Artur era el que reinventó Disney, aún no estábamos en la UE, ni se había aprobado la ley del aborto, no existían las redes sociales y los Ninis eran ridiculizados, no convertidos en héroes de la sociedad.

Como verás, la realidad es pocas veces mejor que la ficción.

pABLO rIOJA (21/10/2015)  

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