Me estomagan las noticias y telediarios de todas las cadenas de televisión sin excepción. Me parecen demenciales, son como de broma. Han perdido toda la credibilidad y seriedad que a estos informativos se le supone. Recuerdo cuando los telediarios se estructuraban en cuatro partes perfectamente definidas: noticias nacionales, internacionales, deportes e información meteorológica. Y punto. Seriedad y rigor. El presentador/a no se permitía ni una licencia. Y eso le confería un plus de solvencia. Ahora los telediarios son una mezcolanza y un cóctel de noticias.
Dicen los “expertos” que los informativos tienen que ir acompañados de un toque de frescura con una puesta en escena informal. Entonces el presentador/a aparece de pie, luego se sienta, luego gira la silla noventa grados a la derecha para mirar una pantalla, otros noventa a la izquierda para dirigirse al invitado en la mesa y a su espalda una marabunta de periodistas en lo que se supone es una redacción. Comienza dando las últimas declaraciones del político de turno y después nos recomienda un seguro fabuloso con una cobertura extra para nuestro automóvil.
El presentador/a de deportes entre la última gesta de Nadal y la remontada de Alonso nos dice que utilicemos una crema de afeitar que nos va a dejar la cara como el culo de un niño. Y el meteorólogo/a que está en el plató en un devenir continuo de un lado a otro persiguiendo isobaras, agachándose, levantándose y moviendo brazos como aspas de molino nos dice que en el sur hace calor y en el norte frío. Y termina dándonos la dirección de una agencia online para que pasemos las vacaciones de nuestra vida.
Y en este punto ya no se si estoy viendo un telediario, un programa del corazón, un reality, un programa de sucesos con la carnaza correspondiente o una telenovela. La verdad, tampoco sé si tengo que ir de vacaciones con el Ibex, afeitarme con una borrasca o ir a un taller para que Nadal me arregle el coche. Vamos, un sindiós.
Me estomaga.
Pedro Tapia Arteaga (18-7-2012)
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