lunes, 30 de julio de 2012

YA SOY MAYOR ¿O NO?


Pedro Tapia | León

Me estomaga que me digan lo que tengo que hacer. Mis padres biológicos intentaron darme una educación desde la infancia hasta los veintitantos en estrecha colaboración con los profesores que me cayeron en suerte y en desgracia en cada una de las etapas. Fui creciendo, adquiriendo conocimientos y la experiencia que los años van dando a la vida.

Y cuando crees que eres autosuficiente, autónomo, cuando tienes criterio, capacidad para tomar decisiones, capaz de resolver los problemas, o al menos intentarlo, resulta que te sale un padre putativo con nombre y apellidos que te devuelve a la niñez, que se empeña en tutelarte, cambiar tus hábitos, dándote una lista interminable de prohibiciones, que intenta reeducarte, que te da pautas de comportamiento e intenta “facilitarte la vida” para que no pienses, para que no decidas, para manipularte.
El nombre de este nuevo padre es: Gobierno de España. Y este padre extiende sus tentáculos a través de educadores cansinos y agotadores que son los distintos ministerios. Nos atizan repetidamente con el consejo de turno y nos recuerdan que es una recomendación, por ejemplo, del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Gobierno de España.

Qué solemne, qué agradecido estoy. Gracias por velar por mí.
Pero, ¿dónde hemos llegado? Nos recomiendan cosas que son un insulto a la inteligencia media. Cosas que son de sentido común, que es el más común de los sentidos.


Recuerdo mi niñez en el pueblo cuando en julio y agosto se trillaba en la era a las cuatro de la tarde a más de treinta grados de temperatura. Y la gente se ponía sombrero, a ratos a la sombra y siempre con el botijo de agua fresca a mano. Y unas manzanas en un fardel. Y esto se hacía porque había sentido común porque éso, y no otra cosa, era lo que había que hacer.

Ahora nos dicen que si hace calor nos pongamos a la sombra, que bebamos líquidos, que usemos ropa ligera. Que comamos fruta y verduras de temporada, que si conducimos descansemos cada dos horas, que si hace frío llevemos cadenas, el depósito lleno y el móvil con batería. Que hagamos ejercicio físico, que nos apuntemos al estirón, que si el monte está seco no tiremos colillas. Que si, que si, que si... ¿Pero se piensan que somos imbéciles? ¿O lo somos? ¿O realmente somos burros como concejales? Con todo mi respeto y consideración para los burros.

Dice mi buen amigo Paco que como sigamos así los hombres acabaremos teniendo la lefa rosa. Y no le falta razón.

Me estomaga.

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