jueves, 18 de octubre de 2012

Andrés Montes, un hombre hecho e izquierdo


Pablo Rioja | León

Andrés Montes fue un hombre hecho e izquierdo, uno de esos tipos que pedían a gritos nacer para inventarse, un sabio del saber que supo convertir las narraciones deportivas en el 'show must go on' made in Spain. Se marchó antes de tiempo, aunque tuvo el suficiente para encontrar las llaves que abren el cerebro del recuerdo colectivo, sembrándolo de frases -aparentemente simples- pero cargadas de profundidad.

Con el mote por bandera, se inventó que jugar a jugar bien no era más que un tiki-taka, que quien jugara a jugar bien no era otra cosa que un jugón, que Humphrey Bogart nunca fue actor sino director de orquesta y que el dulce sabor de la victoria cabalgó por Fuentealbilla, capital Sudáfrica.

Sangre gallega, alma cubana y 'corazón podrido de latir', hizo de Julio Salinas su fiel escudero, un compañero de batallas al que trasladarle sus inquietudes en forma de preguntas que bien sabía este genio de la locución, carecían de respuesta. ¿Por qué en el cine siempre ganan los buenos y en la vida real los malos?, ¿eres feliz Salinas?, ¿por qué todos los jugones sonríen igual?

Tres años Montes, tres años ya que me desperté con la noticia en Radio Marca mientras deseaba en realidad que todo formase aún parte de mi sueño, una pesadilla que al encender la luz se esfumaría. Tres años huérfano de pajaritas, negros con alcachofas y séxtasis cada fin de semana. Aquel 16 de octubre tuve ese mal cuerpo que se te queda cuando la desazón te pilla por sorpresa y siempre es demasiado tarde para hacer nada.

Hiciste que el baloncesto y el fútbol supiesen a circo del bueno, del de tres pistas sin red con gigantes que decrecen, payasos que dejaron de llorar y trapecistas volando a ras de suelo. Dicen los que te conocieron que en la intimidad eras tímido, reservado, estudioso, lector incansable y culto como pocos. Para mí fuiste un referente, un ejemplo de cómo las cosas contadas con estilo propio son capaces de interesar a cualquiera.

Ahora, cuando me atrevo a renegar de las cosas, a quejarme por casi todo, me permito el lujo de hacer mía tu frase más célebre a modo de correctivo. Y es que aunque el precio resultó demasiado caro, con tu pérdida, admirado compañero, empecé a descubrir que realmente la vida podía ser maravillosa.


pABLO rIOJA (18-10-2012)

2 comentarios:

  1. Fantástica semblanza de Andrés Montes.
    Llega muy hondo.
    Mis felicitaciones, Pablo.
    Dolores

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