La bestia: Pau Gasol |
Pablo Rioja | León
Decir que Pau Gasol es un tío grande resulta tan obvio como que los seis millones y pico de telespectadores que ayer se olvidaron del mundanal ruido para ver BA-LON-CES-TO (que diría Pepu) no volverán a repetir semejante sentada hasta los Juegos de Río. La ACB no engancha y tampoco creo que a los dirigentes les importe mucho.
Decir que tenemos un equipo de leyenda con tres de los últimos cuatro oros europeos resulta tan repetitivo que dedicarle algún tipo de comentario se antoja impropio de todo 'juntaletras' que trate de entretener unos segundos al personal. Cualquier adjetivo que queramos ponerle a lo de ayer es sobre todo 'incalificativo'. Y digo 'incalificativo' sí, porque no hay ponderación posible capaz de ensalzar lo suficiente la gesta lograda.
Decir que Francia nos odia hoy un poco más que el jueves pero menos que mañana me produce tal sensación de placer que bien podría concluir aquí este artículo. Pero bueno, ya que estamos, mis disculpas a nuestros 'amados' vecinos del norte por chafarles una y otra vez el tema deportivo.
Decir que esta victoria no nos saca de nuestros problemas diarios pero que al menos regala un rato de orgullo patrio es tan cierto como que en una semana los acomplejados conseguirán que España vuelva a ser noticia por lo de casi siempre; las miserias de un gran reino de Taifas donde los que pueden hacer algo miran hacia otro lado y los que no debieran poder se cuelgan el oro caiga quien caiga.
Así que, ante semejante panorama, aprovecho estas líneas para recordar que un día me senté frente al televisor a ver cómo sacaban a bailar a la más fea y, fíjate tú por dónde, se coronó como reina de la pista, con esos locos bajitos galopando junto a un pura sangre. Un catalán de pro que, despojado de complejos propios de los segundones, se enfundó el traje de caballero para convertir su propia fama en leyenda, para coser de nuevo a un país demasiado grande como para que unos pocos idiotas lo quieran romper, para recordarle a Europa que a las viejas glorias nunca debe dárselas por muertas.
Y así, como quien vive en un eterno sueño del que algún día habremos de despertar, hoy el sol calienta un poco más, el lunes hasta parece viernes por la tarde y la vida vuelve a ser maravillosa.
Y sí, yo vi cabalgar a Pau Gasol.
pABLO rIOJA (21-9-2015)
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