Raúl González Blanco, leyenda viva del Real Madrid C.F. |
Pablo Rioja | León
"El que nunca hace nada" solía apodarle -con sarcasmo- Manolo Lama cada vez que le tocaba narrar en la radio uno de sus goles. Lo hacía para ridiculizar a quienes llevaban años enterrándole, dudando de su calidad, tratando de borrar al hombre que fue capaz de silenciar a todo un estadio. No, no creo que fuera soberbia, simplemente convenía aclarar que al Real Madrid jamás debes darle por muerto.
No soy de ídolos, más bien de admirar a quienes dan ejemplo dentro y fuera. Y tú fuiste un ejemplo de cómo ganarlo casi todo sin que el ego se antepusiera al equipo. Hoy te escucho decir que cuelgas las botas y lo cierto es que la nostalgia regresa puntual a su cita. Nostalgia que me lleva de nuevo a aquellos maravillosos años, cuando fuimos los mejores, cuando el único problema serio era saber a ciencia cierta si cabríamos en el bar Cádillac para gustar la enésima final.
Hoy se va el 7 que consiguió que yo quisiera llevar el 7, el hombre que levantó la Séptima, la Octava y la Novena, el inventor del 'aguanís', el mago que de tarde en tarde se sacaba cucharas de la chistera o aparecía de la nada para empujar un balón que el resto había dado ya por muerto.
Fuiste capaz de brillar en una galaxia de estrellas sin que una sola te hiciera sombra y, a falta de tatuajes, mechas, coletas o pendientes, te convertiste en El Señor de los Anillos, con poco ruido, muchas nueces y la sensación de que si tú estabas en el campo todo podía ser.
Sólo otro 7, el único Cristiano que nunca pierde la fe, se ha atrevido a superar tus cifras. Sólo un defensa con alma de delantero maneja el capote tras cada título como lo hacías tú. Sólo el paso del tiempo colocará tu espíritu donde se merece.
Ya te marchaste una vez para continuar triunfando. Hoy te vas, presumido, porque el DNI no perdona a nadie, ni siquiera a aquel niño que debutó con 17 años fallando un gol cantado y en vez de arrugarse tiró abajo la puerta de un vestuario ávido de héroes. López aún te busca en el Calderón, el Nou Camp no ha vuelto a enmudecer, las tardes de gloria son cada vez menos gloriosas...
Gracias por partirte el alma, por no alzar jamás la voz en público, por hacer simple y llanamente fútbol.
Hasta siempre capitán. Ha sido un honor.
pABLO rIOJA (19/10/2015)
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