martes, 17 de junio de 2014

Quiero ser como Tamara Falcó

Fuente de la imagen: www.lecturas.com
Pablo Rioja | León

El pasado sábado escuché la enésima entrevista a Tamara Falcó en televisión. Como casi siempre, la primera intención del entrevistador fue dejarla en ridículo porque la chica habla un poco 'osea te lo juro' para tratar de asestarle después la estocada final sacando el tema de su conversión. Pero una vez más la archiconocida hija de Isabel Preysler dio una lección de naturalidad y sobre todo de cómo una persona del siglo XXI habla sin complejos de su redescubierta fe.

Yo, que voy de cristiano tantas veces, jamás he tenido narices, por no decir otra cosa, para dar la cara así por Jesucristo, más bien me acobardo ante el qué dirán. Pero Tamara o adolece de complejos o ha alcanzado el grado de inteligencia necesario para saber reírse de sí misma sin renunciar a lo que es. Me quito el sombrero.

Me lo quito porque uno la oye hablar y no escucha palabras vacías sino fuertes convicciones, porque transmite algo que te hace creer en lo que dice, porque le importa un pepino si la gente la rechaza o no. Ella es feliz con su Buena Noticia particular y no duda en contársela con pelos y señales a quien le pregunte, aunque en el fondo no le interese la respuesta.

Todo un ejemplo de cómo el testimonio se da con hechos más que con palabras lo vimos en el programa 'Hay una cosa que te quiero decir' de Tele 5 el pasado sábado. Allí habló de cómo ha cambiado su vida desde que ha descubierto un Dios de vivos, actual, de su paso por Medjugorje o del pulverizador de agua bendita que lleva en el bolso, entre otras cosas. Pero el momento álgido llegaba cuando la asistenta de Tamara hizo aparición en plató para darle una sorpresa. Ésta no tuvo reparo en admitir que su jefa le trata como si fuera un familiar más, que comen juntas e incluso que rezan el Rosario cuando la cosa se pone fea. "Gracias a ti encontré mi paz interior", admitía.

Y hablando del Rosario, el propio presentador del programa, Jordi González, contó una anécdota que le ocurrió durante un viaje en avión en el que coincidía con Tamara. Al parecer le llamó poderosamente la atención ver a la joven rezando el Rosario en pleno vuelo.

Atacar a la gente de Iglesia está de moda, es un hobbie que le resulta divertido a unos cuantos iluminados, pero en el fondo creo que ven algo que les intriga, un comportamiento diferente que ha de extenderse sin miedo entre los que nos llamamos cristianos. "Por sus obras les conoceréis".

pABLO rIOJA (16-6-2014) 

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