ME ESTOMAGA | PEDRO TAPIA ARTEAGA
¿El qué? Pues las fiestas, qué va a ser, las fantásticas fiestas navideñas. Llegando estas fechas todo el mundo habla del espíritu navideño. ¿Pero alguien sabe qué es éso? Sí hombre, alguien llama a nuestro corazón maltrecho y por arte de birlibirloque nos volvemos más buenos, más generosos, más solícitos, más comprensivos y con mejor humor. Y todo es paz, y amor y buenos deseos.
¡Oiga! Pero sólo unos días, ¿eh? Que yo no soy así. No me vaya a volver un blando. Que el resto del año me dedico a joder a base de bien.
¡Vamos! Todos al escenario. Comienza la función.
1: La cantinela de la lotería. Pero si eso ya no hay quien lo vea. Ni por tradición. La incertidumbre, más que los premios, es saber si canta el gordo el niño de Senegal o la niña marroquí. Lo que tienen que hacer es innovar un poco, un año a ritmo de hip hop, otro de rap y otro a ritmo de Paquito el chocolatero.
2: Los informativos inmediatos al sorteo. Los agraciados y desgraciados tirando el cava por el suelo y bebiendo en vasos de plástico. Y todos diciendo que con el dinero que les ha tocado van a tapar algunos agujeros. Será el negro.
3: El discurso del Rey. Qué pesadez. Un porrón de años diciendo lo mismo. No queda ni un alma que le preste atención. Todos los años el mismo decorado y el mismo sillón. Sólo cambia la foto familiar. Vaya lío se tienen quitando y poniendo miembros.
4: La tele. El mismo turrón que vuelve a casa por Navidad, las colonias (otra vez las colonias) y las películas lacrimógenas, dulzonas como el arrope y rosas, muy rosas. Padre y madre divorciados coinciden con sus hijos a la puerta del colegio en vísperas de las vacaciones navideñas. Los padres se miran. Los niños también. Quedan para ir a ver el partido de béisbol más importante del año donde el niño juega de pitcher y a continuación ver la representación de la obra de teatro donde la niña es la protagonista disfrazada de libélula. Y ambos piden a Santa Claus que se enamoren para poder llevar toda una vida idílica.
En el cine, Walt Disney se apodera de las pantallas.
5: Los programas solidarios. Empresas que dan un pastizal (ahora menos) para que se les cite en directo y poder darse un baño de solidaridad. En realidad se la sopla donde vaya el dinero. No sé si la cantidad sería la misma si fuera de forma anónima. Y los famosotes aportando su granito de arena para la causa. Bisbal dona un rizo y Jesulín la primera braga que le tiraron en un coso.
6: Las alfombras rojas en zonas comerciales forrando metros y metros de acera para que paseemos sin flashes los que no estamos nominados a ningún Oscar.
-Maritetas, dame un beso y quítate la miga de mazapán que tienes en la mejilla, zorra, que cada vez estás más gorda.
-Pacopenes, ¿cómo estás, sindicalista de mierda? Treinta años viviendo de la sopa boba. Ojalá te pongan en la puta calle y te manifiestes por algo.
-¿Cómo va la vida cuñados? Me alegro que vuestro hijo no haya podido estudiar esa carrera que tanto anhelabais por ser tan tonto del haba como vosotros. Que tenéis toda la familia una idiocia galopante.
8: Ya no me queda espacio pero podría hablar de los papás noeles que cuelgan de las fachadas y de las luces rojas que iluminan ventanas y terrazas. Que te dan ganas de llamar y preguntar por el precio que tienen las señoritas. Otra vez será.
9: Por último hay algo que llama mi atención. ¿De dónde viene esa música? Ah, si, es el ritmo machacante del villancico de siempre:
Chíngame, chíngame, chinga, chíngame
Chíngame, chíngame, chinga, chíngame
Me estomaga
Jajajajaja, pinche gente mediatizada.
ResponderEliminarsí señor!!!
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