Con motivo de las pasadas elecciones catalanas del 25 de noviembre se me viene a la cabeza la información a pensión completa a la que nos someten los medios de comunicación. Nos han ido adoctrinando y convenciéndonos poco a poco que esa información la demandamos todos, que es vital para el resto de los españoles y que lo que suceda en esa autonomía marca el devenir del resto del estado español.
Y lo mismo sucede cuando le toca el turno al País Vasco. Les siguen Galicia y Andalucía pero ya en zona UEFA.
Dos meses antes de que se convoquen ya empiezan a correr ríos y ríos de tinta, tertulias, artículos de opinión, entrevistas, acusaciones entre candidatos y sondeos por aquí y por allá que dan como ganador a aquel que las encarga y las paga.
Y continúa el festival con toda la campaña electoral, con el día de las votaciones, los resultados, la composición del nuevo gobierno, valoraciones de unos y otros, la toma de posesión de cargos, etc., etc.
Total, cuatro meses de nada con la puta martingala. Aguantando además a todos con ese lenguaje torpe, de tan poco calado intelectual y esas frases y giros que no se quién los inventa y que repiten hasta la saciedad:
-Con luz y taquígrafos.
-Escribir negro sobre blanco.
-Más pronto que tarde.
-Arco parlamentario.
-Han hablado las urnas.
-Trabajadores y trabajadoras.
-Comenzar a tomar medidas adecuadas.
-Ser objeto de controversia.
-…..
¿Toda esta gente no pisa tierra firme? ¿Quién decide que todo esto es noticia?
Vamos a ver, nos la sopla a todos. Pero además bien soplada.
Lo único que queremos saber es la composición del ayuntamiento de Los Yébenes para ver si continúa la concejala dedicándose a los placeres masturbatorios y nos deleita con algún video más. Si algún alcalde monta en el salón de plenos una orgía gay con vaselina, champán francés y música de Village People o si hay alguna presidenta de diputación que enseña en el Interviú la puesta de largo de sus nuevas tetas operadas.
Vamos a ser serios, eso es lo que interesa. El resto son zarandajas.
Y lo mismo sucede con las fiestas de ciertas ciudades. Alguien decide que esas celebraciones hay que hacerse eco de ellas porque vuelven loco al personal.
Los Sanfermines. Cientos de tíos y cabestros corriendo delante de seis toros y dos cabestros. Y una ciudad llena de borrachos y convertida en un vertedero de basura. Flaco favor les hizo Hemingway.
Las fallas de Valencia. Todo el día tirando petardos y quemando muñecos gigantes.
La feria de Sevilla. Encendido de la puerta de acceso al ferial con sus doscientas cincuenta mil bombillas. Y venga palmas y fino.
El Pilar de Zaragoza. Todos empeñados en tapar a la pobre Virgen con toneladas de flores y venga jotas.
San Isidro en Madrid. Chotis en el Retiro y sus mil corridas de abono. ¿Corridas? Me apunto.
Y así un año y otro y otro… ¿Y el resto de ciudades y pueblos?
Seguro que hay por ahí cosas interesantísimas. Sin ir más lejos en el mío. Todos los años en las fiestas hay pasacalles por la afamada orquesta Los Patatos, repique general de campanas, disparo de bombas, desfile de cabezones y elevación de figuras grotescas. Elevan tantas para que se pierdan en el infinito que se han agotado.
Si usted conoce personajes grotescos envíen sus aportaciones voluntarias.
Me estomaga
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