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Pasos de peatones de León. Fuente de la imagen Diario de León. |
Pablo Rioja | León
Hasta ayer creía que el adoctrinamiento cerebral era coto privado de regímenes donde lo común y lo social retozaban en amor y compañía con el sufijo-ista-. Pero nada más lejos de la realidad. Esa extraña manía de pensar por los demás se extiende cual pandemia entre los 'tontos por ciento' que desgobiernan hoy España.
A los manidos mensajes institucionales del estilo 'beba muchos líquidos para combatir el calor', 'ahorre agua' o 'fumar produce cáncer', se unen últimamente leyes y normas que más allá de proteger al débil terminan por debilitar su libertad. Que en este país el nivel de ignorancia general alcanzaría para grabar varias ediciones de Gandía Shore resulta tan obvio como que Rajoy es en realidad Zapatero disfrazado, pero tanta intromisión en el intelecto colectivo me parece un insulto.
La última que se les ha ocurrido a estos 'sabios del saber' en mi ciudad es emborronar los pasos de peatones con frases que me advierten de cómo debo cruzar y hacia dónde debo mirar.
Mire usted, a mí es que ya desde bien pequeño mi abuela me enseñó que 'mientras siesta' no se salía de casa, que la digestión duraba seis o siete horas, que la sandía y la crema formaban parte del hábitat de cualquier playa, que si el profesor me castigaba 'por algo sería' o que si contestaba a mamá había azote y si contestaba a papá zapatillazo o cinto al canto, depende del grado de encabronamiento que trajese del trabajo. Claro está que en la actualidad malvivimos huérfanos de padres y madres, ahora se estilan las supernannys, que así los fracasos son culpa de otro.
Hace unos días escuchaba estupefacto la noticia de que varias familias habían denunciado a un colegio gallego por mandar deberes a sus hijos. Pero lo pistonudo es que la ley les ampara. Ahora entiendo que llevemos 14 ediciones de Gran Hermano. El resto de padres 'aún anormales' del centro alucinan porque sus pequeños se niegan a hacer las tareas en casa. "Mamá es que mi compañero de pupitre dice que no es obligatorio..." argumentan.
No puedo por menos que ser pesimista, el camino hacia la involución se atisba irreversible, más pronto que tarde el Gobierno de turno vendrá a casa para ayudarme a comer la sopa boba, a vestirme, a darme la medicación y lo mejor de todo, a cambiarme el pañal.
pABLO rIOJA (31-5-2013)